miércoles, 10 de junio de 2020

Novicia triste

Escucho en mi cabeza la voz grave por tabaco, de un hombre vivido de 50 y tantos, que me cuenta entre ensueños sus leyendas, con sus dientes amarillos y sus gafas finas, me narra poesía y me cuenta de las joviales memorias de un hombre que vive de historias y en sus cejas pobladas se me presta un gesto que reconozco, tristeza y me cuenta sobre la calle donde miró a la luna y recordó entre tragos a su hijo que se había marchado al exilio, el no aprendió a llorar, ni el día en que murió su madre, pero de que manera trabajosa y humorística se le habría presentado aquello, era la soledad que se agudizaba por su partida y entre el último retrato pálido y nublado que el posee de su vástago, hemos hablado de la nada y de vez en cuando de él agradecimiento por el beso frío del invierno de una ciudad parpadeando con sus ojos de luces, hemos aprendido a calmar el deseo sobre encima de todas las heridas de una tristeza que ya no nos apetece combatir.

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